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Inspirada en la magistral obra de Miguel Ángel Buonarroti, esta medalla rinde
homenaje a la figura más compasiva de la fe cristiana: la Virgen María en su
momento de mayor recogimiento. Su rostro sereno, de ojos cerrados y
expresión contenida, transmite una mezcla de dolor profundo y amor infinito.
Enmarcada por delicados motivos barrocos que elevan su presencia, esta pieza
captura la dulzura renacentista y la fortaleza espiritual de la Madre Dolorosa. Es
un símbolo de consuelo, una manifestación tangible de ternura divina, perfecta
para quienes encuentran refugio en la oración silenciosa y la devoción maternal.
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